Un nuevo capítulo de violencia conmocionó la Franja de Gaza este martes, 17 de junio de 2025, cuando el grupo militante Hamas ejecutó un ataque que resultó en la muerte de 45 palestinos. Las víctimas aguardaban la llegada de camiones de ayuda humanitaria enviados por Israel, una iniciativa para aliviar la crisis humanitaria en la región devastada por la guerra. El incidente, reportado por fuentes locales y confirmado por testigos, expone una vez más los métodos brutales de Hamas, que recurre a la manipulación y la eliminación de civiles para mantener su control sobre los recursos que ingresan al territorio.
Según los relatos, los palestinos estaban reunidos cerca de un punto de distribución en Jan Yunis, en el sur de Gaza, cuando miembros de Hamas abrieron fuego contra la multitud. La ayuda, compuesta por alimentos y suministros médicos, formaba parte de una iniciativa reciente de Israel para mitigar los efectos de meses de bloqueo y conflicto que han dejado a la población al borde del hambre. Sin embargo, Hamas, que controla Gaza desde 2007, habría visto la distribución como una amenaza a su poder, utilizando la fuerza para asegurar que los recursos permanezcan bajo su dominio.
Esta táctica no es nueva. Hamas es ampliamente acusado de utilizar civiles como escudos humanos, posicionando combatientes y equipos en áreas densamente pobladas para desviar ataques israelíes y culpar al adversario por bajas civiles. Además, el grupo tiene un historial de interceptar y gestionar la ayuda humanitaria que llega a Gaza, a menudo ejecutando o intimidando a quienes intentan acceder a los suministros sin permiso. Testigos afirman que, en este caso, los 45 muertos incluían hombres, mujeres e incluso niños que simplemente buscaban sobrevivir en medio del colapso humanitario.
El incidente ocurre en un contexto de creciente tensión en la región. Desde el ataque del 7 de octubre de 2023, cuando Hamas invadió el sur de Israel, matando a unas 1.200 personas y secuestrando a 251 rehenes, el conflicto se intensificó, resultando en más de 55.300 muertes palestinas, según el Ministerio de Salud de Gaza. Israel ha incrementado su campaña militar para destruir a Hamas, pero los intentos de entregar ayuda enfrentan obstáculos constantes, incluyendo la interferencia del propio grupo militante. Organizaciones humanitarias, como la ONU, critican la situación, pero señalan que la violencia interna, como la perpetrada por Hamas, agrava la crisis.
El ataque también plantea preguntas sobre la eficacia de las iniciativas de ayuda. Israel, que ha sido acusado de restringir el flujo de suministros, introdujo recientemente un sistema de distribución apoyado por Estados Unidos, operado por la Gaza Humanitarian Foundation (GHF), para evitar que Hamas desvíe los recursos. Sin embargo, episodios como el de Jan Yunis muestran que el control de Hamas sobre la población sigue transformando estos esfuerzos en escenarios de violencia. Testigos relatan que, tras el tiroteo, miembros de Hamas confiscaron los camiones y los suministros, dejando a los sobrevivientes sin acceso.
La comunidad internacional reacciona con preocupación. Mientras algunos condenan a Israel por mantener el bloqueo, otros señalan a Hamas, responsabilizándolo por la muerte de sus propios ciudadanos. La ONU y la Cruz Roja reiteraron pedidos por una investigación independiente, pero la falta de acceso seguro a Gaza dificulta la verificación de los hechos. Para los palestinos, la tragedia refuerza la sensación de estar atrapados entre dos frentes: la guerra con Israel y la opresión interna de un grupo que, paradójicamente, afirma representarlos.
El episodio en Jan Yunis sirve como un recordatorio brutal de la complejidad del conflicto. Mientras Israel busca neutralizar a Hamas, el grupo responde con tácticas que sacrifican a su propia población, perpetuando un ciclo de sufrimiento. Las 45 vidas perdidas son otro número en una estadística creciente, pero también un símbolo del control implacable que Hamas ejerce sobre Gaza, transformando incluso la esperanza de ayuda en un campo de batalla.
Hasta que se encuentre una solución sostenible, el futuro de Gaza permanece sombrío. La ayuda humanitaria, destinada a salvar vidas, sigue siendo un punto de discordia, y los palestinos pagan el precio más alto. El ataque de Hamas no solo interrumpió el socorro, sino que también expuso la naturaleza depredadora de su dominio, dejando a la población como rehén de una guerra que parece no tener fin.